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01 marzo 2006

Manzanas podridas
En el cesto oaxaqueño, algunas frutas tratan de contaminar a las otras

“No, no y no”... Tantos noes como circunstancias se dan en la vida y obra del pueblo mexicano y, en particular, oaxaqueño. “No manches”, “no inventes”, “no andes molestando”, “no mames”... No, negar, negación, negatividad. Esto último (negatividad) es, ante todo, lo que estamos padeciendo en los recientes tiempos de pseudo-revolución y auténtica represión en Oaxaca.

El cesto oaxaqueño está lleno de manzanas, y algunas están bien podridas. También podríamos decir priodridas, pues en este caso no debemos olvidar el papel que juega el PRI (Partido Revolucionario Institucional) en su peor versión: porros, francotiradores y fascistas disfrazados de defensores del orden institucional.

Ulises Ruiz Ortiz (URO), en mala hora gobernador de Oaxaca, y su camarilla están arrastrando a esta bella ciudad, a todo el estado y a su gente a un pozo sin fondo. Los 141 detenidos del último fin de semana, 160 según algunas fuentes, son el colofón –hasta ahora– del mal hacer político, la ineptitud, la falta de voluntad e, incluso, las diabólicas intenciones de algunos funcionarios públicos. Más bien ineptos los federales, e incalificables los estatales.

Hace tiempo que dicen que URO es un cadáver político, pero mientras tanto sigue sembrando las calles y los campos de Oaxaca de muertos de verdad. Muertos, desaparecidos y detenidos: tres categorías en las que los oaxaqueños se cuentan por decenas y ya casi por cientos.

El tal Ulises es, pues, una de esas manzanas podridas del cesto. Otras lo son sus más cercanos colaboradores: secretarios, funcionarios estatales diversos... y algunos trabajadores públicos, que tan contentos (algunos; otros van obligados) acuden a las marchas a favor del caudillo que, deben pensar, “nos da de comer”. Bendita democracia ésta, la mexicana, en la que hay que servir al patrón (gobernador o jefe político del rango que sea), como quiera y cuando quiera, para no perder el puestecillo de turno.

Pero, como la sombra del PRI es alargada, especialmente en las expoliadas y pisoteadas montañas y valles oaxaqueños, la delación se está convirtiendo en algo común en nuestros días. Ahora estamos en la fase en que algunos buenos vecinos priistas se dedican a señalar con el dedo a los que, no hace tanto tiempo, se dedicaban a poner barricadas en las noches, a encender fuegos para guarecerse del frío y a tender alambres para impedir que les atacaran.

Manzanas podridas son las que, aprovechando la estancia de la Policía Federal Preventiva, se están dedicando a señalar a sus vecinos para que se los lleven y los encarcelen o los desaparezcan, al menos por el momento.

Estas frutas pasadas intentan, y a veces lo consiguen, contaminar a las de alrededor. Por mucho tiempo, los oaxaqueños han sufrido las consecuencias de la podredumbre que a su alrededor se daba. Por mucho tiempo, fueron engañados y sobornados con una despensa, una playera (camiseta) o una torta. Por mucho tiempo, los que querían sobresalir un poco en este corrupto sistema de valores optaban por tratar a los demás como imponía la lógica priista dictatorial. Y eso, se quiera o no, hace mella en la más sana de las frutas del bosque.

Hoy la sociedad oaxaqueña lucha contra sus fantasmas, entre gritos y llantos. Hoy los oaxaqueños están en la hora en que puede decidirse si empiezan a ver la luz al final del túnel o si continúan como en las décadas precedentes. Hoy Oaxaca echa de menos a la gente que NO es manzana podrida, a la gente que, como Felipe Sánchez –compañero de una organización no gubernamental que trabaja con niños–, ha sido detenida y llevada a cárceles, por el mero hecho de estar en la calle en el momento más inoportuno.

Hoy Oaxaca reclama que liberen a sus presos, que muestren a los desaparecidos, que se respete la dignidad de sus muertos, para que de una vez ellos descansen en paz y los vivos recuperen la paz.

28/11/06