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24 mayo 2007

¿Estamos en una dictadura?
No queremos ofender a nadie, en especial modo quienes se encuentran en este país por haberse escapado en décadas pasadas desde paises que sufrieron dictaduras violentas como fue el caso de Chile, Argentina y muchos más.
Pero en estas semanas la pregunta que titula esta contribución nos la hemos puestas a raíz de ver todo lo que sucede en el país.
Si Felipe Calderón tomó el poder a través de un fraude electoral, que bien podríamos definir un golpe de estado técnico, ahora que ya está sentado en el cuarto de los botones está demonstrando de qué fibra está hecho. La presencia militar en nuestras calles - quizás aquí en el DF en donde escribimos estas líneas no se ve tanto - es una muestra más que suficiente de una creciente militarización típica de cualquier dictadura digna de ese nombre. Por si no fuera suficiente, los militares que caminan nuestro país han dado muestras más que claras de no ser campiones del respeto a los derechos humanos, pues abusos, provocaciones y acoso han caracterizados estos presumidos hombres uniformados. El número de prisioneros declaradamente políticos está tocando un nuevo record en estos meses: entre 500 y 800 ciudadanos mexicanos están presos en este país por expresar ideas, posturas políticas o costumbres cívicas distintas a las impuestas desde arriba. Más sujetos - ayer Amnistía Internacional - están denunciando la falta de respeto a los derechos humanos en México y, peor aún, la falta absoluta de una política de Estado que mire a garantizarlos. Además Calderón está cada día proponiendo modificaciones de ley que apuntan a ofrecer más libertad de acción a la institución presidencial, como si tuviera pocas facultades ya con el actual régimen constitucional.
No sabemos. La mayoría de los que aquí estamos haciendo este esfuerzo no conoce la cruda realidad de una llamada dictadura. Pero hablando con gentes que esas experiencias las tienen, nos percatamos que en una dictadura la cotidianidad no necesariamente haya sido tan dura. Quizás alguna normalidad se viva en una dictadura, como hoy la normalidad de tener un miltar revisandote en la calle. la normalidad de tener un ejercito que te controle cuando te atreves a levantar la voz. La normalidad de ver la gente torturada y abusada. La normalidad de no tener siquiera una referencia - por vacua que sea - en un sistema de repartición de justicia. No es un caso que cada día más y más gente recurra a la Suprema Corte para resolver casos. Ese organo judicial que debería de resolver cuestiones constitucionales o casos de excepción. No hay nadie que hoy te defienda.
La legalidad no existe, existe en todo caso la legitimidad. Y ellos, creemos nosotros, no la tienen.