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05 julio 2006

¿Qué hacer en caso de victoria?
Elementos de reflexión sobre las movilizaciones en contra del G8 2007

[Vittorio Sergi]


¿Qué significa ganar para un movimiento social? Y ¿qué significado tiene la palabra victoria cuando, terminadas las movilizaciones, en nuestras ciudades y barrios, la explotación sigue como antes? ¿No es esto un dato suficiente a confirmar las razones de los críticos de las protestas en contra de las cumbres?

No creo.

Se han acabado la protestas en contra de la anual cumbre del G8 en Heiligendamm, Alemania. A pesar de que la mayoría de las análisis de los años anteriores había establecido el fin del ciclo de luchas anti-capitalistas globales empezado con las protestas de Seattle, en las dos semanas de movilizaciones en Alemania pudimos asistir a un nivel nunca alcanzado en Europa desde las protestas en Génova en 2001.

De un lado estuvo la cumbre del G8, este año caracterizada por fuertes disidencias entre EEUU y Rusia, por la crisis del unilateralismo del gobierno Bush y de sus aliados en las guerras en curso. Frente al constante crecimiento del poder económico y militar de China, India y Brasil, la ceremonia anual de los “8 grandes” ya no marca una indudable hegemonía sino que más bien representa la resistencia de las potencias hegemónicas y la crisis profunda de los equilibrios de poder del siglo XX.

Precedente

En estos últimos cinco años en Europa se han incrementado procesos y tendencias que tienen su inicio en los años ’90. Por un lado el proceso de integración europea ha ingresado en una crisis sin salida aparente. El proceso constituyente formal ha sido bloqueado por la victoria del “no” en la consulta hecha en Francia en 2005, y también en muchos otros países, las criticas estalladas en las protestas de Niza en diciembre de 2000, tienen muchos consensos. Al mismo tiempo pero la Unión Europea se ha desarrollado como una macro-organización política que aún si faltante de legitimidad, ejerce una compleja forma de governance en un marco de relaciones internacionales multilaterales. En este contexto continental, desde 2001 en adelante se han ido desarrollando campañas y redes de lucha sobre tres temas fundamentales: la precariedad del empleo y de la vida, las migraciones y sus formas de gobierno, la guerra y en general el endurecimiento de las medidas de represión al interior de la Unión Europea.

En estos terrenos se han desarrollado iniciativas transnacionales con intensidades diferentes que pero han evidentemente asentado bases y producido sentido y consenso en una parte importante de la sociedad civil europea. Se trata de las diferentes insurgencias del trabajo precario, desde la May Day (www.mayday.org), una forma de protesta-carnaval que se ha difundido a través de una red de activistas nómadas en varias ciudades de Europa. Después de un clímax en Milán en el año 2004, el May Day ha sido rebasado por la fuerza de la lucha en contra del CPE en Francia, por las huelgas y los sabotajes continuos en Italia, por la rebelión de los “ricos” jóvenes de Dinamarca y Suecia. Los migrantes viven, sin que tampoco se pueda generalizar su condición, los procesos extremos del desarrollo económico y social de Europa, entre el mestizaje y exclusión, entre cooperación y construcción de una fortaleza blindada que explota mano de obra barata al interior y al exterior en forma selectiva. La forma del campo de detención ha regresado masivamente en el continente y más que un simple dispositivo de encierro y exterminio como en el pasado nazi, hoy desarrolla funciones de invisibilización, filtraje, disciplinamiento sin dejar de lado la represión directa y violenta cuando hace falta. Las luchas en contra del racismo se han conectado con las en contra del control y de la disciplina social: hemos asistido y participado en varias explosiones y formas de resistencia: desde los sabotajes y los ataques a los centros de detención en Italia, Cataluña, Holanda, Eslovenia, Grecia, a las huelgas y protestas de los detenidos en Inglaterra, Suecia, Alemania, hasta los motines y los enfrentamientos en las periferias de Francia, Bélgica y Italia.

En varios aspectos las luchas anti-sistémicas se están haciendo continentales, y aún si en medio de mucha confusión y de forma desigual se están dando redes intensas y formas de cooperación más efectivas.

A esta altura es necesario también prestar atención a la metáfora de la red. Nos es de hecho algo neutral y simple. Creo que sea necesario distinguir niveles diferentes en el intercambio de información en red y también entre diferentes tipos de redes que se pueden también sobreponer.

Hay redes cercanas, de relaciones cara a cara no jerarquizadas, y hay redes de cooperación y afinidad largas, que non se activan a veces si no en situaciones especiales cuando un evento o un sujeto en la red pone suficiente energía para encender todos los nodos de la red.

Una señal importante, antecedente al G8, ha sido la lucha en contra del desalojo del centro social autogestionado Hungdomsushet en Copenhague, Dinamarca. Desde Diciembre de 2006 hasta Marzo de 2007 este centro social orientado por la cultura punk-alternativa, había luchado en contra el desalojo y la venta del terreno a una secta cristiana de ultra-derecha. La resistencia antes y después del desalojo, efectuado con largo uso de violencia y medios militares por la policía, ha tocado las cuerdas de los grupos libertarios y autónomos que han hecho acciones de solidaridad en Italia, Cataluña, Grecia, Eslovenia entre otros países. Los motines en la ciudad danesa han activado una resonancia con los motines y las demostraciones del año pasado en Francia y en general han despertado el debate interno a la “Europa radical” una minoría activa con mucha diferencias a su interior pero para nada silenciada.


El circo del G8

Así las movilizaciones en contra de la cumbre del G8 no han sido un evento interno a las políticas de Alemania sino que se han inmediatamente mostrado por una grande movilización global y sobre todo Europea cuyo alcance y importancia tienen que ser analizados más allá del marco oficial de las movilizaciones.


En Rostock y Heiligendamm habían todos los elementos de las cumbres globales y también varios elementos que hemos podido ver en otras manifestaciones y protestas globales. El pueblo de Heiligendam había sido transformado en una fortaleza con un operativo de 16000 policías, de más de 1200 militares, una cerca metálica de 12 kilómetros y un intenso trabajo de disuasión y amenaza, incluida una importante operación preventiva de cateos y acusaciones de terrorismo en contra de los grupos radicales efectuada el 9 de mayo en varias ciudades alemanas.

Por el otro lado, ni la operación preventiva ni las amenazas militares han podido parar un movimiento que ha tenía una composición sumamente plural. El arco de los sujetos que se han movilizado en varias maneras en contra del G8 se extiende desde los partidos de la izquierda europea alemana, ATTAC y el sindicato IG-Metall para mencionar los grupos reformistas principales, pasando por la iniciativa de la Izquierda Intervencionista que une varios grupos de origen antifascista y autonomista, hasta llegar a la red anarquista-autonomista de Dissent! y los grupos de afinidad libertarios y ecologistas radicales.

Como resultado de una larga y compleja discusión al interior de los movimientos alemanes, el calendario de las movilizaciones ha tomado una forma diferente de la usual serie de eventos de las protestas globales. La grande marcha unitaria ha sido desplazada en el fin de semana anterior a la cumbre, y una contra cumbre con eventos de análisis y discusión ha sido agendada en los mismos días de la cumbre oficial y de las acciones directas.

Esto ha generado problemas y contradicciones de no secundaria importancia.

Sin embargo el concepto que ha caracterizado estas protestas ha sido el bloqueo. La coalición Block G8 ha preparado por un año una acción masiva y potencialmente no-violenta de bloqueo de los accesos de la zona roja con el objetivo de disturbar el desarrollo de la cumbre. Por el otro lado, en la red de Dissent! y en varias redes anarquistas y autónomas se ha llevado a cabo una discusión sobre la oportunidad o menos de atender a las protestas y sobre las formas más eficaces a producir un daño efectivo al capitalismo global.

El dos de junio, la marcha inicial ha visto una ocurrencia superior a las expectativas, 100.000 personas han marchado en claro repudio a la política del G8, y esta vez, a diferencia de las protestas en Escocia en 2005, sin la ambigua gestión mediática de operaciones filantrópicas como aquellas del logo “Make Poverty History”.

En el marco de esta marcha, se ha formado un bloque negro de alrededor de 5000 personas que tenía características muy diferentes de otros bloques parecidos y que no puede ser encasillado en la simple definición de “black bloc”. Hubo de hecho una convergencia internacional de grupos radicales que desde varias perspectivas compartían la necesidad de efectuar un ataque, real en la forma y altamente simbólico en los efectos sobre la comunicación política, en contra de la propiedad privada de grandes empresas y de la policía. La estrategia ha funcionado, violando primero la prohibición de cubrirse el rostro y luego sorprendiendo, por lo meno en las primeras horas de acciones directas y enfrentamientos, el masivo dispositivo policial.
Después de la reacción de la policía, también una amplia mayoría de personas fueron involucradas, las cuales empezaron a defenderse de la incursión policial, unos participando activamente al enfrentamiento y otros rechazando colectivamente y de forma no-violenta activa la acción policial.


La violencia ha obviamente llamado la atención de los medios que han agarrado el simple y llanamente el viejo cliché del regreso de los “black block” por un lado y de los manifestantes-victimas, apoyados también por las declaraciones de representantes de ATTAC que apoyaban la policía y llamaban a la condena de todo acto de resistencia.
El resultado pero ha sido en realidad una amplia discusión en el marco del movimiento sobre las formas de acción y el significado de la resistencia a la policía.

La diferencia fundamental de análisis entre las dos principales iniciativas, en la marcha ha sido la oportunidad o menos de seguir trabajando en un marco legal y no-violento para radicalizar los grupos reformistas y para hacer crecer un consenso sobre una critica al G8. Tanto por experiencias previas y por su posición ideológica, muchos grupos autónomos y anarquistas han compartido la idea que no fuera más posible pensar en esta estrategia y que, entre ataques directos y bloqueos, fuera necesario practicar una oposición material y efectiva a la cumbre.

En realidad, el grado de efectividad de la acción en un contexto tan controlado por las fuerzas de policía y tan sobre-mediatizado por la comunicación masiva, es un concepto difícil de averiguar.

Los enfrentamientos del 2 de junio han ciertamente abierto una grieta en la representación de un control total de la policía y de su presunta invincibilidad. Han también despertado la resonancia de otros motines urbanos que han caracterizado siempre Europa occidental en los últimos 40 años y han abierto una discusión interna muy fuerte sobre el derecho a defenderse de la brutalidad policíaca.
Sin embargo, la forma-representación del bloque negro tiene limites evidentes, tanto en su composición sujetiva (mayoritariamente hombre, jóvenes y blancos) como en su capacidad de comunicar con la otra parte de multitud de la demostración, pero si consideramos la variedad de grupos y de experiencias que han sido parte de esto podemos considerar el bloque, solo como una forma-eventual de una subjetividad radical más diversa.


En los días siguientes las movilizaciones se han desarrollado alrededor de ejes temáticos: los conflictos sobre la tierra y la ecología, las migraciones y el trabajo, la guerra y la militarización. Estas movilizaciones han sido también fuertes en números y en mensajes y se han llevado a cabo en un estado de sitio permanente.

La mayoría de los asistentes a las protestas en los días siguientes han sido jóvenes, pero se podían ver también muchas personas mayores y hasta niños. Los y las que se han quedado después del 2 de junio, lo han hecho en su mayoría en campamentos que han tenido un alto nivel de autogestión. Unas descripciones los reportan como una TAZ, zonas temporáneamente autónomas, celebre definición del anarquista Hakim Bey (seudónimo). Pienso que solo en parte se puedan definir así porque lo que si es evidente son los limites de la horizontalidad y de la toma de decisiones por consenso. Esto no le quita importancia y relevancia política al hecho que la horizontalidad, la equidad de genero y la autogestión con respeto al estado y a las empresas capitalistas, también si están lejos de ser alcanzados, son, en los movimientos europeos, un horizonte de referencia importante y muy consensuado.

Desde la madrugada del 6 hasta el 8 se han llevado a cabo los bloqueos de los accesos terrestres de la zona roja y varias otras acciones menores de boicot y protesta en contra de las delegaciones del G8. Los bloqueos han sido un éxito por el numero elevado de participantes (hasta 10.000) y por la estrategia del enjambre que ha ganado el fuerte dispositivo policial. Desde varios puntos, grupos de miles de gentes han burlado el cerco policiaco y se han dirigido, en medio de cultivos, bosques y carreteras, hacia puntos neurálgicos para la circulación y el ingreso en la zona roja.

La policía ha atacado los manifestantes con agua, toletes, gases y tropas transportadas por helicópteros. La estrategia de extender las líneas de la policía por medio del movimiento paralelo de columnas de gente ha sido exitosa. La policía no ha podido parar el enjambre.

Luego, puestos los bloqueos, estos han resistido, casi siempre de forma no-violenta por horas o hasta dos días, entre desalojos, reocupaciones, estrategias de fuga y de ataque. Hemos visto un despliegue de inteligencia y cooperación colectiva muy intenso en contra de un despliegue militar que se ha revelado burdo, odioso y sin posibilidad de bloquear efectivamente los manifestantes.

Estas tácticas de bloqueo han sido posibles en un marco de existencia de relativo estado de derecho y de relaciones de fuerza determinadas, en el sentido que la policía no tenia como opción políticamente viable el uso de armas de fuego, que probablemente hubieran podido parar efectivamente las acciones de los manifestantes.
Así que todas las acciones, desde los enfrentamientos del 2 hasta los bloqueos del 6-8 tienen que ser considerados en su marco político y geopolítico. Relativamente a Europa han sido acciones radicales y exitosas con respeto al objetivo de mostrar una oposición masiva y radical al G8.

La cobertura de los medios masivos, una vez más, ha demostrado como sea posible por estos no decir la verdad o simplemente mentir abiertamente. Sin embargo también los manifestantes tienen un nivel muy alto tanto de alter-media y de conciencia sobre el uso y los efectos de los media main-stream. Esto sea dicho tanto de los grupos que usan la resonancia mediática, como los clowns, o la estrategia de bloqueo, como de aquellos que atacan físicamente los medios que consideran al mismo nivel de la policía.

Estas protestas, las más fuertes desde las de Génova en 2001, han sido consideradas por amplias partes de los movimientos involucrados un éxito, una victoria. De hecho, con respecto al poder se han abierto grietas y fisuras tanto en la representación del G8, como en general en la imagen de una governance global “iluminada”. La cooperación entre grupos diferentes y el largo trabajo de convergencia y comunicación muestra un incremento de las posibilidades de acción política autónoma a nivel continental.

Los limites del “evento” son pero muchos. El escenario del G8 y el fuerte poder de definición y orientación de la decisión política de los medios masivos, influencia y limita también los efectos políticos de las protestas. La composición social en las iniciativas de acción directa y de bloqueo se caracteriza por jóvenes activistas y no involucra todavía números importantes de otros grupos sociales por tener, esta minoría radical, una posición de clase y anti-capitalista marcada.

En realidad la contra cumbre de Heiligendamm, tanto desde su erupción urbana hasta los bloqueos del enjambre ha puesto en escena las fuerzas reales que hoy confrontan el capitalismo y la guerra. Del otro lado de las redes está una maquinaria militar y policíaca de proporciones grotescas que pero no es invencible y hay un tejido mediático de construcción de la realidad que pero no logra cerrar el espacio de la comunicación y de la representación social.

Después de este G8, después de una parcial pero importante victoria de los movimientos anti-sistémicos, muchos caminos y muchas posibilidades están abiertas.
Otras victorias son posibles.